Una sesión de Reiki comienza con el reikista y el receptor sentados en una habitación tranquila.
El receptor se acuesta en una camilla o silla, completamente vestido, mientras el reikista coloca sus manos suavemente sobre o cerca del cuerpo de la persona receptora.
El reikista puede seguir un patrón específico de posiciones de las manos, o puede adaptar la sesión según las necesidades del receptor.
Durante la sesión, el reikista canaliza la energía universal a través de sus manos hacia el cuerpo del que recibe, con el objetivo de equilibrar y armonizar la energía del receptor.
El receptor puede experimentar sensaciones de calor, frío, hormigueo o relajación durante la sesión, la duración de una sesión de Reiki puede variar, pero generalmente dura unos 30 minutos.
Al final de la sesión, el receptor puede sentirse relajado, renovado y con una sensación de bienestar general.
El Reiki es una práctica holística que busca equilibrar la energía del cuerpo, mente y espíritu, y puede ser utilizada para aliviar el estrés, reducir la ansiedad, promover la relajación y mejorar el bienestar general.
Es importante recordar que el Reiki no reemplaza el tratamiento médico convencional, pero puede ser utilizado como complemento para promover la salud y el bienestar.
Si está interesado en probar una sesión de Reiki, es recomendable buscar un practicante experimentado.
Durante la sesión, es importante comunicar cualquier sensación o experiencia que pueda tener, para que el reikista pueda ajustar la sesión según sus necesidades.
Cada persona puede tener una experiencia diferente con el Reiki, por lo que es importante mantener una mente abierta y receptiva. Y la misma persona tiene experiencias distintas cada vez que recibe Reiki.
Algunos practicantes también utilizan herramientas como cristales o símbolos sagrados para potenciar la energía durante la sesión.
Es importante encontrar un practicante de Reiki en quien confíe y que pueda explicarle el proceso con detalle antes de la sesión.
